Hay muchas características de la sociedad en que vivimos que me causan rechazo, y lo que lo hace aún peor es que ciertas de esas características son parte de mí también. Por más de que pueda reconocerlas tanto en mí como en lxs demás, es muy difícil deshacerse de ellas, ya que son inculcadas desde la niñez no sólo por las personas que nos crían, sino por el mundo que nos rodea, y terminan por pertenecernos, a su vez, a nosotrxs.
La que actualmente más me molesta es la manía de los prejuicios y el qué dirán. Muchas veces me sentí prejuzgada, y no únicamente por desconocidos, también por gente que conozco y me conoce. Y muchas otras veces me encontré juzgando a otrxs de la misma manera. Es ese estrado en el que nos autoposicionamos a la hora de juzgar, y nos otorgamos la facultad del saber absoluto, porque ¿acaso no tenemos que tener un basto conocer para poder dar nuestra sentencia? Y, ¿podemos realmente tener ese conocer como para juzgar de forma tan implacable? ¿Es que acaso la otra persona no puede tener una opinión distinta sobre sí y la situación? No siempre estar afuera garantiza tener una visión más amplia y verídica de las cosas, ya que eso puede implicar que no sepamos realmente lo que ocurre adentro, o mismo que desconocemos detalles rotundos que cambian por completo la historia; entonces, ¿por qué sentimos esa necesidad de juzgar al otrx? Tal vez es para reconfirmar que no somos lxs únicos con defectxs, y sentirnos un poco menos imperfectos, un poco más iguales y, a la vez, mejor que lxs demás.
Esto deriva en la preocupación, e incluso miedo, de qué es preciso mostrar y qué no, para lucir más perfectxs y, de esa forma, recibir menos juicios. Mas es desagradable, indica que no nos aceptamos lo suficiente como para ser quienes en verdad somos y nos da una imagen patética, porque quizá logremos ocultar eso que queremos ocultar, pero no podemos ocultar esa desesperación con la que tratamos de esconderlo. En conclusión, somos nosotrxs mismxs lxs que, de alguna forma, creamos el problema en lxs demás, porque si blanqueáramos la situación, la aceptáramos y no nos sintiésemos acomplejadxs por ella, sería tan natural para ellxs como lo es para nosotrxs.
Aunque, no son sólo lxs otrxs lxs que nos juzgan; muchas veces, somos nosotrxs mismxs nuestrxs más durxs y crueles jueces, resultando en el miedo al qué dirán. Entonces, en cierta forma, nosotrxs somos responsables de los juicios que recibimos al juzgarnos primero; tal vez si fuésemos más flexibles y permisivxs con nosotrxs, también lo serían los demás.
Por otro lado, ciertas personas nos juzgan sin siquiera saber la primera cosa sobre nosotrxs y no importa qué hagamos o cómo reaccionemos, lo seguirán haciendo; porque, en algún punto no pueden hacer otra cosa. Reflejan en nosotrxs todo ese enojo que sienten con ellxs, probablemente porque son menos las cosas de sí que aceptan que las que detestan. Y el juzgar al otrx lxs alivia de todo ese enojo que sienten, de forma fácil y rápida. Y ellxs le huyen a los espejos, y se apegan a lo único que pueden ver, lo simple y terrenal, lo humano; mas lejano de la humanidad.
Líneas, límites, separaciones, divisiones. Lo bueno y lo malo, pero, ¿y lo del medio? ¿Existen realmente? Y de ser así, ¿pueden ser utilizadas como categorías universales para establecer la naturaleza de las cosas? Lo bueno y lo malo se asemejan al para siempre, son simplemente una ilusión, no existen como entes universales, sino que existen como entes particulares a los que cada persona otorga una definición, ciertos parámetros para medirlos y delimitarlos. Entonces, ¿por qué esperamos que las otras personas se acoplen a nuestra definición, que pinten adentro de nuestras líneas? No creo que las cosas o personas puedan ser absolutas. Definitivamente, no hay un blanco o un negro, hay una mezcla de colores, y no sólo distintos tonos de gris; también hay colores vivos, que resaltan o sofocan o maravillan, y son mucho más buenos que cualquier blanco. Siempre buscamos encasillar las cosas en un lado o en el otro, pero no hay una línea fija que los separe. Por ejemplo, si unx tiene una pelea con alguien a quien quiere mucho, porque esa persona le hizo algo muy malo, en ese momento lo más probable es que elijamos sacar a esa persona de nuestra vida porque estamos llenxs de tristeza, enojo, decepción. Sin embargo, estas son sólo emociones, estados de ánimo, y con el tiempo cambian, y se renuevan, y ahí pueden volver a surgir el cariño, la apreciación y la confianza. En ese caso, ¿qué nos impide volver a incluir a esa persona a nuestra vida? ¿Quién dijo que por un error, o los que sea, si los extrañamos ya son negro para siempre, malos y tiene que haber una terminación definitiva? Al fin y al cabo, cada quien es amx y señor/x de su propia vida y es quien se encarga de poner la línea entre lo bueno y lo malo y, además, tiene el derecho de re-categorizar.
Yo creo que así es más lindo, más libre. Hay muchas cosas en esta vida que están fuera de nuestro control, y el control que sí podemos tener, o el que nos imponen, puede quitarnos libertades, porque "es así". Mas cuando ves que no "es así", que es como vos querés que sea, es, en realidad, maravilloso. Muchas personas que no pueden ver más allá de lo que está establecido están convencidas de que únicamente ciertas cosas son posibles y que eso se debe a que estamos rodeadxs de limitaciones, pero yo creo que se equivocan. Muchas de esas limitaciones son imaginarias, inexistentes y si tan sólo tuviésemos el valor para librarnos de ellas y lanzarnos a lo que sea, a lo que queremos, por más descabellado que parezca, tal vez, sólo tal vez, veríamos que mucho más de lo que pensamos puede ser posible y que puede ser nuestro y que tampoco es tan difícil. Se necesitan pocas cosas para obtener o hacer lo que realmente queremos, entre ellas valor, determinación, pasión, motivación, confianza y movimiento.
La vida es todas las formas de vivirla, no hay una que esté bien y otra que esté mal. Es relativo, cada persona la percibe de distintas formas, lo importante es percibirla de una forma que nos haga felices. Incluso lo que acabo de decir es relativo, porque si lo pensamos desde el punto de vista de un asesino serial, él probablemente encuentre la felicidad quitándole la vida a otras personas y, a cualquiera que esté en su sano juicio, eso le parecería mal y yo también creo que lo está. Por esta razón, entre otras semejantes, llegué a la conclusión de que cada quien puede hacer con su vida lo que le haga feliz, siempre y cuando no le haga mal a otra persona, y en mejor de los casos, ni a sí mismx.
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