"Ella trataba de verse a sí misma a través de su cuerpo. Por eso se miraba con frecuencia al espejo.
No era la vanidad lo que la atraía hacia el espejo, sino el asombro al ver su propio yo. Se olvidaba de que estaba viendo el tablero de instrumentos de los mecanismos corporales. Le parecía ver su alma, que se le daba a conocer en los rasgos de su cara. Olvidaba que la nariz no es más que la terminación de una manguera que lleva aire a los pulmones. Veía en ella la fiel expresión de su carácter."
Milan Kundera
A mí también siempre me atrajo mi reflejo. Me gusta sacarme fotos, lo hago casi desde que uso cámaras, pero no me gusta mucho la idea de que otra persona me saque fotos. Lo siento como un momento íntimo, como si en ellas hubiese un secreto que sólo yo puedo retratar. Me saco fotos buscando o intentando encontrar algo más allá de mi imagen. O intentando que eso que sé que está por debajo, salga a la superficie y sea visible no sólo en escencia. Me saco fotos para congelarme en un momento, u otras veces para transformarme. Me saco fotos como escribo, por la memoria. Para no dejar que el recuerdo con el paso del tiempo se distorsione. Para verlo y acordarme, para saberme. Porque creo que la memoria es fundamental para aprehender. Y porque los reflejos para mí tienen un no sé qué místico que me cautiva en lo más hondo.
P.D.: Y un poco también porque me asombra cómo muta mi cara, mi imagen, acorde a cómo me esté sintiendo (más allá de si estoy peinada o despeinada y cosas del estilo, porque justamente trasciende el estilo)
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