martes, 9 de junio de 2020

Hábitat

Me gustan las grandes ciudades, con todas sus luces, sus miles de texturas. Me gusta que siempre todo parece tan posible que muchas veces incluso puede llegar a ser nada; y aún en esa nada, puede haber una gran historia. Me gusta que sean tan grandes que tienen lugar para albergar mis mil preguntas y las otras miles de millones de personas más (y que encima generen otra gran cantidad de las mismas). Me gustan porque siempre hay sitios nuevos por recorrer, lugares por descubrir. Y porque en las noches, sobretodo en las noches de tormenta, podés llegar a sentir que sos la única alma habitándola. Me gustan porque siempre hay lugar para sentirse azul (y de cualquier otro color que quieras sentirte) y porque podés jugar a ser lo que quieras, porque hay extraños que creerán el nombre que les des o la historia de vida que quieras contarles. 
Me gustan porque crecí en una gran ciudad y porque cuanto más crecía, más podía descubrirla y hacerla mía. Me gustan porque hay lugares que nunca cierran. Me gusta ese todo y esa nada que poseen, me gusta sentir que yo lo poseo también. Me gusta el riesgo de que es como una planta carnívora, abierta, para que te poses en ella, pero que si no sabés cuándo salir, no dudaría en comerte. Me gusta que sea como la luna, como yo, como todxs quienes alguna vez nos posamos en ella y miramos al cielo preguntándonos quién estaría haciéndolo también mientras se preguntaba lo mismo que yo.

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